El relato policial, cuento y novela, nace como una expresión de este enfrentamiento y, al mismo tiempo, como consecuencia de una realidad histórica: la formación de las grandes ciudades y el deseo y búsqueda de justicia. Ingresan así, en la literatura, nuevos personajes y ambientes que son netamente urbanos, entre ellos la policía y los cuerpos de seguridad, que se organizaron sistemáticamente a principios del siglo XIX favorecidos por la investigación científica.
Lo policial, una especie muy heterogénea, se alimenta de fantasía, crímenes, fugas, búsquedas y persecuciones y, sobre todo, plantea un enigma que debe ser resuelto por la lógica.
Edgar Allan Poe, con "los crímenes de la calle Morgue", es el creador de esta forma narrativa que desde sus comienzos se difunde con rapidez por su eficacia comunicativa. Resulta ser, así, un relato muy popular como la novela de folletín. Esta circunstancia hace que como forma literaria no fuera tan respetada frente a otras consideradas más valiosas. Sin embargo, el relato policial exige del escritor, ademñas del dominio técnico, un ordenamiento riguroso de la trama: debe crear hechos y vincularlos con lógica interior.
El detective Sherlock Holmes, el inspector Watson, de Arthur Conan Doyle, y el padre Brown, de Chesterton, figuran entre los personajes más conocidos de la narrativa policial. Otros autores difundidos son: Agatha Christie y Graham Greene. En Argentina se destacan Jorge L. Borges, Adolfo Bioy Casares, María A. Bosco, Manuel Peyrou, Marco Denevi y Abel Mateo,
* El interés se centra en el argumento: la trama es rigurosa y los misterios o enigmas deben ser aclarados en forma deductiva. Esta modalidad se cultivó hasta 1930.
* El centro de interés se desplazó hacia la explicación psicológica de los hechos y del comportamiento de los personajes.
*En las últimas décadas, el relato policial es más realista y violento: los delitos tienen razones concretas, los personajes son tan actuales que nos sorprenden, al igual que las armas científicamente fabricadas; la trama entremezcla intriga, violencia, sexo y espionaje.
- Personajes: Se presentan en una perspectiva antitética: el policía, el detective, el inspector; el asesino y el espía, o sea los buenos y los malos. Por lo general son tipos, tienen caracteres bien definidos y no evolucionan a lo largo del relato.
- Estructura: Habitualmente es un relato que se hace al revés de la narrativa tradicional. Al comienzo se presenta el enigma que debe ser resuelto al final. El tiempo para aclarar el misterio procede en dos sentidos: mientras avanza la investigación, futuro, se revela el enigma, pasado.
Pero hay que tener en cuenta que a este relato precede una etapa previa de organización: cuando el escritor imagina o fragua esa historia sigue un orden cronológico o lineal (comienzo, desarrollo y desenlace). Al escribirla invierte los resultados y los presenta al comienzo. - Ambiente: Por lo general es urbano. En los primeros relatos el crimen ocurría en espacios interiores, en cuartos cerrados. En la actualidad, la violencia se desata en las calles, ante la sorpresa o indiferencia de los posibles testigos.
- Trama: La acción brinda el mayor suspenso. Deja siempre un hilo o eslabón por resolver. Con rigor deductivo, el investigador y el lector desentrañan el enigma al reunir esos hilos en el desenlace.
Al principio se proponen varias soluciones fáciles, a primera vista tentadoras, que sin embargo resultan falsas. Hay una solución inesperada, a la cual sólo se llega al final. Para la solución del enigma se desecha todo elemento sobrenatural o inexplicable. Es un relato hecho para que el lector participe en desentrañar el misterio; ingresa en el mismo como un investigador más.